Morera bonsái

Las moreras (morus), son árboles caducifolios de hasta 15 metros de altura nativos de regiones cálidas y templadas de Asia. Son apreciadas por sus abundantes infrutescencias, las moras, que se suelen emplear para elaborar tartas, refrescos o mermeladas.

Las moreras jóvenes crecen especialmente rápido, aunque en la medida en que van envejeciendo, el crecimiento se va estancando. En general forman una copa más ancha que alta, razón por la que son comúnmente usadas como árboles de sombra.

Cuidados de un bonsái de morera

Las moreras son especies bastante resistentes y que crecen de forma silvestre en muchas partes cálidas del planeta. Aunque en general se adapta a la falta de agua, agradece tener algo de humedad, sobretodo en ejemplares más jóvenes

Se trata de una especie con cierta tolerancia al frío, por lo que puede estar todo el año ubicado al exterior. En cualquier caso, ante heladas por debajo de los -5 grados se recomienda protección, ya que algunas ramas se pueden llegar a secar. Una cosa que hay que tener en consideración es que aunque es capaz de vivir en climas fríos, el crecimiento se realentiza bastante, por lo que el desarrollo como bonsái será bastante más costoso.

bonsái de morera

Orientación de una morera

La morera se debe cultivar todo el año en el exterior (a menos que los inviernos sean muy duros en nuestra zona) a pleno sol. Es importante que reciba la mayor cantidad de luz posible, ya que las hojas de las moreras son bastante grandes, por lo que en una situación sombreada el tamaño se disparará todavía más y perderemos el aspecto de un árbol en miniatura.

Como especie caduca que es, necesita sentir las temperaturas frías invernales para poder descansar durante estación y despertar más vigorosamente en la próxima primavera.

Riego de una morera

Los riegos deben ser regulares, pero sin excedernos. Es cierto que las moreras agradecen hasta cierto punto la humedad, aunque si es demasiado alta corremos el riesgo de que proliferen los hongos. En cualquier caso, hay que evitar pulverizar las hojas, sobretodo en climas húmedos en verano como el mediterráneo.

Con la aparición de las moras, controlaremos el riego un poco más, pues de sobrepasarnos, aumentaremos la probabilidad de que el bonsái tire los frutos.

En cualquier caso, cada riego debe ser eficaz, es decir, debemos esperar a que el agua salga abundantemente por los agujeros de drenaje.

Abonado de una morera

Lo haremos como cualquier otra especie, es decir aportaremos abono orgánico de liberación prolongada en las épocas de mayor crecimiento (primavera y otoño), deteniendo la fertilización en el caso de que el crecimiento se pare como consecuencia del calor excesivo.

El principal problema de las moreras es su tamaño foliar, que debe ser controlado con una plena exposición solar y con continuos pinzados. Otra cosa que funciona bien en ejemplares más ramificados, es reducir la dosis de nitrógeno, ya que es el responsable del crecimiento vegetativo, y de reducir su doss,conseguiremos mayor control en el tamaño de las hojas y distancia entre los nudos.

Trasplante de una morera

Las moreras tienen un crecimiento radicular extremadamente fuerte, por lo que los trasplantes se harán de forma regular (cada año o cada 2). Durante el proceso podemos quitar gran cantidad de las raíces gruesas, pues esto fomentará el desarrollo de capilares más finos y más cerca de la base del tronco.

La mezcla ideal es aquella que aporte un correcto drenaje y a su vez una retención de agua suficiente para que el árbol no sufra deshidratación. Akadama y pomice a partes iguales o akadama con un 30% de kiryuzuna, serían una buena opción.

Las moreras tienen bastante tendencia a engordar rápidamente las raíces, por lo que en las fases iniciales de la formación del bonsái, hay que estar muy encima de los trasplantes para que el nebari no se malogre.

Poda y pinzado de una morera

Como en la mayoría de especies de flor y fruto, la poda se debe realizar justo después de la fructificación, ya que de hacerlo antes perderemos todos los frutos.

En cualquier caso, mi recomendación es sacrificar la fructificación durante los primeros años de formación para poder avanzar lo más rápido que podamos en la estructura del bonsái.

En cuanto al pinzado, hay que tratar de mantener el equilibrio y la fuerza del árbol. Está bien que dejemos que las ramas más finas alarguen un poco para que vayan ganando un mejor calibre, pero si no acortamos a tiempo, los brotes internos se irán debilitando y perderemos la ramificación fina.

La época ideal será aproximadamente a final de abril-principios de mayo, pero dependerá mucho de cada zona en cuestión.