Evolución de un bonsái de eleagnus pungens

En el día de hoy os quiero mostrar la evolución de uno de mis primeros bonsáis. Es cierto que anteriormente he tenido plantones, árboles comerciales, proyectos varios, pero este es uno de mis primeros árboles dónde se nota que se ha formado desde 0 y, por tanto, tiene una apariencia más sofisticada.

Nada más adquirirlo, la ramificación era bastante pobre, pero el tronco ya tenía cierto grosor y un movimiento interesante.

esqueje eleagnus pungens

La foto no es especialmente buena, porque por aquel entonces tampoco tenía en mente llevar un registro de mis árboles ni documentar cada evolución, pero más o menos se puede apreciar de donde partíamos.

Ese año se dejó crecer libremente sin demasiados cambios, ya que lo principal era asegurar un buen vigor en la planta.

Y así fue, ese mismo año el árbol agradeció el buen cultivo con una floración inesperada.

floración eleagnus pungens

La forma que tenía el árbol no era de mi agrado, ya que solamente había 3 ramas formando una especie de escoba informal. Aunque por aquel entonces no sabía hacia donde quería llegar, empezamos a alambrar algunas ramas, para tener una estructura un poco más definida.

El árbol seguía sin convencerme tras este primer trabajo y alambrado y , bajo mi punto de vista, el movimiento del tronco no lucía todo su potencial con ese ángulo de plantado. Aún así, ese año se dejó crecer libremente y abonamos correctamente para seguir mejorando la salud del árbol.

También llegué a la conclusión, de que la maceta era demasiado pequeña. Tal vez como maceta definitiva podría haber servido, pero el árbol se encontraba en una fase muy inicial, y lo que hacía falta era más espacio para las raíces, y para seguir desarrollando la copa de forma mucho más rápida.

De tal forma que en la siguiente primavera decidimos cambiar la maceta y realizar un cambio en el ángulo de plantado.

Con esta variación, el bonsái cambia completamente el estilo y se adapta mucho mejor a una formación en semicascada. Aprovechamos también para bajar la rama principal, con la idea de conseguir una primera rama con mucho protagonismo y una caída bastante dramática.

Por aquel entonces el árbol empezaba a tener una estructura un poco más clara, pero la ramificación seguía siendo muy pobre, por lo que durante todo el año se dejó crecer libremente al bonsái, en aras de aumentar el vigor para poder seguir desarrollando el árbol en el futuro.

Poco a poco el árbol iba mejorando la copa, y la primera rama que se dejó para formar una pequeña semicascada iba cobrando más fuerza.

Ese año quitamos todas las flores en octubre, ya que esto nos iba a restar energía en la siguiente brotación.

El siguiente año se alambró de nuevo todo el árbol para organizar todos los brotes que se habían dejado crecer sin ningún tipo de control.

Así luce el árbol a día de hoy:

eleagnus pungens con frutos

Aún queda mucho trabajo por delante, especialmente en la parte derecha del árbol, pero poco a poco seguiremos aumentando la ramificación y consiguiendo un aspecto mucho más maduro y viejo.