Higuera bonsai

La higuera o ficus carica como su propio nombre indica forma parte del género ficus. Es originario de algunas zonas cálidas de Asia, aunque actualmente crece de forma salvaje en muchas regiones del mundo y, en especial, la zona mediterránea.

Se trata de un árbol caducifolio de pequeño porte con gran capacidad para crecer en zonas rocosas. Se le conoce por su fruto comestible, el higo.

Cuidados de una higuera bonsai

Es un árbol poco exigente en cuanto a las particularidades del terreno, pudiéndose adaptar a gran cantidad de suelos distintos. Sin embargo le encanta el agua y la humedad, presentando un crecimiento mucho más rápido cuando crece en zonas con más disponibilidad de agua.

Sus raíces tienen un crecimiento realmente increíble, pudiendo desarrollarse hasta más de 100 metros en busca de agua.

Las higueras son plantas muy resistentes y fáciles de cultivar,ya que se adaptan a gran cantidad de climas y orientaciones distintas. El mayor problema radica en conseguir una ramificación fina, debido a la tendencia apical.

Riego de una higuera bonsai

Los ficus carica toleran perfectamente sequías puntuales, aunque debemos regar en cuanto el sustrato comience a secarse, para optimizar el crecimiento. Resiste relativamente bien la salinidad y aguas con una disolución alta, de tal forma que no es imprescindible regar con ósmosis.

En cualquier caso, no hay que colocar un plato o bandeja debajo de la maceta del bonsái, ya que las higueras no llevan bien los encharcamientos y son muy susceptibles de sufrir pudrición de raíces.

Orientación del bonsái de higuera

Las higueras pueden crecer tanto a pleno sol como a media sombra. No obstante se recomienda ubicar la higuera a pleno sol, porque esto nos va ayudar a reducir la hoja, que es bastante grande ya de por sí.

bonsai de higuera

En invierno dejaremos a la higuera en el exterior, ya que puede resistir hasta temperaturas de -10 grados Celsius. Además, se trata de una especie caducifolia, por lo que tendrá que sentir el frío para poder otoñar.

Abonado del bonsái de higuera

Añadiremos abono orgánico de liberación prolongada durante toda la etapa de crecimiento. En el caso de que el bonsái produjera algún higo, es recomendable detener el abonado, ya que la higuera tirará los frutos.

Trasplante de la higuera bonsái

Podemos trasplantar el bonsái a principios de primavera, justo antes de que comience a brotar. Podemos recortar mucho las raíces, ya que en general los ficus tienen mucha facilidad para emitir nuevas. Otra opción es realizar el trasplante en verano, pero antes tiene que ser defoliada.

Emplearemos una abono muy drenante, para evitar una excesiva humedad en el sustrato. En cuanto a que tipo de sustrato, la higuera no es exigente en referente al tipo de suelo. se recomienda akadama, akadama con kiryu, pomice, grava volcánica…

En definitiva cualquier mezcla que tenga una granulometría correcta.

Reproducción de la higuera

Las higueras se multiplican excepcionalmente bien a partir de esqueje. Cortaremos una ramita lignificada de unos 15 cm y la plantaremos en akadama a finales de invierno. Hay que mantener la humedad hasta que comience a brotar.

Este proceso se puede realizar también durante toda la etapa de crecimiento. Lo más importante es controlar la humedad del esqueje. Para ello podemos emplear una botella a modo de invernadero, o directamente buscar un rincón alejado de las corrientes.

Método apache para ramificar una higuera

El mayor problema que nos plantean las higueras es su dificultad para ramificar. Si a esto le sumamos el tamaño de la hoja, a priori podemos pensar que no es una especie apta para cultivo como bonsái. No obstante siguiendo la siguiente técnica, que recibe el nombre de método apache, podemos conseguir una muy buena ramificación.

ficus carica bonsai

Esperaremos a que la higuera brote. Cuando las ramas tienen 8 hojas, se pinza la rama dejando solamente 4 hojas y defoliamos la rama. Haremos eso con todas las ramas en la medida en que se van desarrollando. Aproximadamente dejaremos de hacer esto a principios de verano.

En verano, defoliamos el árbol y despuntamos los brotes. Los que no estén fuertes los dejamos, porque si no se puede secar la ramita.

A finales de verano podemos cortar las yemas terminales, pero solo si el árbol está fuerte, y nunca defoliando.

Por último, a finales de invierno, cortamos los brotes verdes que se han formado ese año. De esa forma, forzamos al árbol a emitir yemas en el interior de las ramas.