Haciendo bonsáis desde semilla

1.¿Por qué es interesante cultivar un bonsái desde semilla?

Hoy por hoy tenemos a nuestro alcance gran cantidad de material para poder formar bonsáis, desde árboles de centros de jardinería hasta material importado directamente desde Japón. El precio es cada vez más asequible y la variedad mayor, aún así, crear nuestro propio bonsái desde semilla tiene bastantes ventajas.

A) Es un lienzo en blanco: Partimos de la nada absoluta, una minúscula semilla con todo el camino por delante. Vamos a tener la completa libertad de formar la estructura, el diseño y la personalidad del árbol. 

B) Un árbol sin errores: Un problema que nos podemos encontrar en árboles comprados es que hay defectos que nunca vamos a poder cambiar: cortes que nunca van a cicatrizar, diseño que no nos acaba de convencer o un movimiento en el tronco demasiado poco marcado. Al hacerlo desde semilla tenemos control total sobre el crecimiento del árbol y podemos ir corrigiendo los defectos antes de que sean insalvables.

C) Satisfacción: Conseguir un árbol espectacular desde semilla es el premio a la constancia, al sacrificio. Es la guinda a nuestra trayectoria como bonsaistas. Nuestra consagración y pasión más absoluta a este hermoso arte. Con el tiempo mostraremos orgullosos a nuestros hijos y nietos lo que hemos conseguido con constancia y dedicación.

2. ¿Cómo empezar?

La globalización nos permite hoy en día tener acceso al tipo de semilla que queramos, es por eso que en realidad podemos intentar crear un bonsái de la especie que queramos. No obstante hay que tener en cuenta una cosa, y es que no todos los tipos de árboles funcionan bien en todos los climas, por lo que aunque sí que existe una cierta capacidad de adaptación, el proceso irá mucho más despacio y los problemas de cultivo se incrementarán. En ese sentido, mi recomendación es intentar centrarse en especies autóctonas o en aquellas que sepamos a ciencia cierta que funcionan bien en nuestra zona.

Recordemos que no existen las semillas de bonsái como tal, ya que el hecho de que los bonsáis tengan este aspecto es fruto de las podas y técnicas que vamos aplicando con el paso del tiempo. Lo que quiero decir con esto es que perfectamente podemos empezar con las semillas que encontremos en la naturaleza, en el parque o que compremos en alguna tienda especializada en material vegetal.

Dicho esto, vamos a proceder a ver una serie de casos prácticos que he llevado a cabo. La idea es tomarlo como una fuente de inspiración, ya que para llegar a un mismo destino hay muchos caminos diferentes. Yo voy a mostrar como lo hago yo y como me funciona a mi.

CASO 1: PINUS THUNBERGII O PINO NEGRO

Los pinos negros japoneses son una de mis especies favoritas. Son árboles muy vigorosos, reducen la hoja de maravilla, tienen una corteza muy bonita y además se adaptan perfectamente al clima mediterráneo.

A través de internet conseguí unas semillas frescas (es muy importante que sean frescas, ya que en función de la especie que queramos germinar la viabilidad de la semilla puede ser una u otra. En el caso de los pinos negros y arces, las semillas tienen que ser recolectadas ese mismo año para que la tasa de éxito sea buena)

Los pinos negros y, en general las coníferas, precisas de un periodo de estratificación para poder prosperar. Formas de estratificar hay muchas, en mi caso lo que hago es lo siguiente:

Humedezco unas servilletas, que servirán para mantener la humedad de la semilla y lo coloco dentro de un tupper (importante que estén empapadas y no mojadas, pues quiero evitar a toda costa la proliferación de hongos). A continuación, voy colocando todas las semillas sobre la servilleta previamente humedecida y meto el tupper en la nevera en el cajón de las verduras. La idea es someter a las semillas a unas temperaturas invernales, como ocurriría de forma natural en la naturaleza. Todas las semanas abriremos el tupper y examinaremos que no haya podredumbre ni moho entre las semillas.

Una vez pasado este tiempo de latencia, sacaremos el tupper de la nevera y lo pondremos en una zona más cálida. También podemos coger las semillas y plantarlas en una maceta con tierra, ya que al poco tiempo comenzarán a germinar. En mi caso prefiero culminar todo el proceso de germinación dentro del tupper, ya que así tengo mayor control sobre el estado de las semillas. 

Como se observa, algunas semillas comienzan a germinar incluso dentro de la nevera.

Plantaremos la semilla en un sustrato poroso. A mi me gusta combinar akadama, pomice y una parte de grava volcánica. Es importante que usemos un sustrato de estas características, ya que además de aportar la oxigenación necesaria a las raíces, necesitaremos extraer las plantas de la maceta para llevar a cabo una técnica 

Cuando los pintos comiencen a abrir su primer par de hojas, procederemos a sacarlos uno a uno y tirando suavemente y cortaremos toda la raíz. Los pinos tienen tendencia a formar una larga raíz pivotante, que en el caso de no cortarla nos dificultará la tarea de formar un nebari correcto y equilibrado. Es muy importante que aún conserve los cotiledones (primeras hojitas que se ven en la foto superior), ya que van a servir como reserva para que el pino tenga fuerza para poder emitir nuevamente raíces, que en este caso estarán más equilibradas.

 Una vez eliminada la raíz iremos plantando de nuevo los pinos en el mismo sustrato, ayudándonos de un palillo para poder abrir un agujero en el sustrato y enterrar nuevamente la planta.

Si hacemos esta técnica correctamente, al trasplantar al año siguiente los pinos a su maceta individual, en vez de tener una larga raíz pivotante, tendremos unas raíces que se distribuyen equilibradamente alrededor de la base y que nos permitirán formar un cepellón correcto.

Al año siguiente repicaremos cada pinito en una maceta individual, donde dejaremos que crezca libremente para que la planta vigorice y el tronco vaya ganando más grosor.

Este pinito va a cumplir su primer año en esta maceta. Como se puede ver, el grosor va ganando cierto calibre y la salud del árbol es indudable. Podemos aprovechar este momento para darle forma al árbol con el alambre para hacer un bonsái con un mejor movimiento.

Es importante emplear un sustrato poroso para que el drenaje sea óptimo. SI seguimos este consejo el cepellón mejorara muchisimo y conseguiremos gran cantidad de raíces finas,que son las que siempre buscamos al formar un bonsái, pues la absorción de nutrientes será mayor y por tanto el crecimiento más vigoroso y rápido.

Gracias al corte de la raíz pivotante y el uso de sustrato muy drenante, hemos conseguido formar unas raíces finas alrededor del tronco, lo que nos permitirá poder tener al árbol en una maceta pequeña en el futuro y poder alimentarlo correctamente. 

Para seguir con el desarrollo de este pinito vamos a plantarlo en un colador.Se ha decido plantar uno de los pinos en colador. Se supone que en los pinos el crecimiento de las coníferas es mucho más rápido, ya que la oxigenación en las raíces es mucho mayor. La idea es dejar crecer la vela del pino durante dos años para conseguir un grosor interesante. Más adelante usaremos los brotes de abajo para formar la estructura del bonsái

Como observamos, los pinos tienen un crecimiento por velas. En el momento en el que nos encontramos ahora, tenemos que dejar crecer esta vela durante todo el año, sin tocar nada, ya que la vamos a usar como rama de sacrificio. La idea detrás de las ramas de sacrifico es básicamente centrar toda la fuerza en una rama, de forma que el árbol siga engordando. Al cabo de un 1 o 2 años, cortaremos esta rama y la sustituiremos por alguna otra con el mismo objetivo.

En el caso de este pino en particular, tengo ya algunas ramas bajas, que quiero usar para ir construyendo un bonsái de tamaño bastante pequeño (shohin). Estas ramas las he pinzado, porque no quiero que alarguen demasiado, de no haber hecho el pinzado de las velas, perdería toda la estructura y luego sería muy difícil forzar la emisión de nuevos brotes traseros.Como podemos observar, el corte se debe de hacer justo antes de que la vela comience a desplegarse y mostrar las pínulas, de este modo obligamos al pino a emitir una segunda brotación más débil y más cercana al tronco, ya que el objetivo es el de tener un bonsái ramificado.

Tras 1 año el pino muestra el siguiente estado:

Como podemos observar, se ha dejado crecer libremente durante estos años al pino. Lo que haremos en esta temporada es esperar a que la vela se abra y se formen las pínulas. Una vez ocurra esto, dejaremos crecer libremente la rama superior durante un año más o incluso 2, ya que está sirviendo como tirasavias y está ayudando a que el tronco engorde mucho más rápido. En las ramas más bajas, una vez el despliegue de las pínulas haya ocurrido, cortaremos las velas al ras. De esta forma, el pino generará nuevos brotes en esta zona, que nos permitirán aumentar la ramificación.

Básicamente lo que estamos haciendo es dejar que una zona que crezca libremente, mientras que las ramas bajas, que sí utilizaremos para el diseño las vamos controlando para que no se nos descontrole el diseño.

CASO 2: ACER PALMATUM 

Los arces no se dan especialmente bien en el clima mediterráneo, ya que necesitan un invierno frío para poder descansar correctamente y, además no son especialmente resistentes al calor. Sin embargo, es una especie que me encanta, sus otoñaciones son espectaculares, y si cultivamos el árbol desde semilla, tenemos más probabilidades de que la planta se adapte, y además por probar no perdemos nada.

Conseguí las semillas a través de un intercambio por internet. Es muy importante que las semillas sean frescas, ya que en el caso de los arces, pierden su capacidad germinativa muy pronto (lo ideal es que sean recolectadas durante el otoño, y esa mismo invierno comenzar con la estratificación).

En lugares donde el invierno es frío simplemente podemos plantarlas en una maceta al exterior y esperar a que pase el frío para ver como germinan.

En mi caso, y dado que las temperaturas en Valencia son bastante suaves, me decidí a estratificar durante 3 meses en la nevera.

Como ya he comentado en el caso anterior, me gusta estratificar con papel de cocina, aunque también podemos poner una capa de akadama húmeda y colocar las semillas encima.

Las semillas de arce tienen forma de sámara, es decir están provistas de una especie de ala aplanada, que favorece la dispersión por el viento. De tal forma, que podemos cortarlas sin ningún tipo de problema.

Una vez pasado el proceso de estratificado, pondremos las semillas en macetas con un sustrato drenante.

En mi caso suelo emplear akadama al 100% o con un pequeño porcentaje de kiryuzuna. La kiryuzuna es ligeramente ácida, lo que evita que la el PH del sustrato sea demasiado alcalino y, por tanto perjudicial para que tenga lugar la absorción de nutrientes.

Las semillas van poco a poco desarrollándose. Con la llegada del verano algunos planteles van quemando hojas. Esto es algo muy normal en el clima mediterráneo. 

Para evitar que esto vaya a más tenemos que proteger a las arces de las rachas de aire secante que vienen del levante. Es muy importante usar un agua que tenga muy pocas sales, ya que las raíces de los arces son bastante sensibles a una salinidad demasiada alta en el sustrato. Los palmatum son realmente arbolitos secundarios, que viven debajo de la copa de árboles más grandes, por lo que podemos situarlos en un lugar sombrío con la llegada de las altas temperaturas.

Al llegar el otoño, los arces comenzarán a otoñar. Es el momento de mayor atractivo para el arce palmatum, ya que las hojas comenzarán a volverse rojas hasta que finalmente acaban cayendo.

Después del primer año, lo ideal es trasplantar los plantones de arce a recipientes individuales. Podemos aprovechar este trasplante para formar correctamente el futuro nebari del árbol. Las raíces deben crecer de forma uniforme alrededor de todo el perímetro de la base del tronco, por lo que eliminaremos todas las raíces que crezcan directamente hacia abajo para fomentar el desarrollo de capilar más finos. No tenemos que tener miedo a la hora de cortar las raíces que no nos sirven para el correcto desarrollo del cepellón. Los arces como la gran mayoría de especies caducas toleran muy bien la poda drástica radicular, y en muy poco tiempo conseguiremos que el árbol se recupere de esta operación. A continuación una imagen para ver donde se debería cortar.

En estos momentos solo tenemos un tronco recto sin ramificación secundaria. Para forzar la emisión de nuevas ramas procederemos a cortar por donde queramos. Los arces no brotan en los entrenudos (espacio entre hoja y hoja), por lo que si queremos asegurar la vida del árbol hay que dejar al menos 1 par de yemas latentes. Para entendernos, los arces brotan por los puntos donde antes había hojas (puntos rojos en la imágen).

Al cortar, forzaremos la emisión de dos brotes. Con esta bifurcación podemos formar la primera rama y continuar con el tronco del bonsái. La rama que dejamos como continuación del tronco la dejaremos crecer todo lo que podamos durante todo el año y volveremos a realizar el mismo proceso. Es decir cortaremos por donde queramos para forzar la emisión de nuevos brotes y ,de este modo, ir componiendo la ramificación del árbol.

CASO 3: ACACIA DE CONSTANTINOPLA

Las acacias de constantinopla son árboles de tamaño mediano que podemos encontrar en gran cantidad de parques españoles. Sus hojas delicadas y de aspecto sedoso son de una belleza sinigual. Durante el verano, se cubre por completo de flores algodonadas que le dotan de un aspecto muy exótico y particular.

Durante uno de mis paseos veraniegos, me fijé en las vainas de una de las acacias que crece en el parque cerca de mi casa, y recogí las semillas para probar que tal germinaban. Las metí en un tupper con papel de cocina mojado y luego coloque el envase encima del router, ya que al aumentar la temperatura, las semillas germinarían mucho más rápido.(son plantas subtropicales, no hace falta estratificar)

La técnica funcionó realmente bien, y al poco pasé las semillas a una maceta con akadama y pomice a partes iguales. A finales de verano este es el aspecto que mostraban

En esta fase es muy importante controlar la cantidad de agua. Los plantones crecen muy vigorosamente, y al compartir el sustrato, la demanda de agua es cada vez mayor. Es muy importante no pinzar ni podar absolutamente nada, ya que los primeros pasos para formar un bonsái es siempre conseguir el grosor que nos haga falta.

Durante el siguiente año, los árboles se fueron pasando a macetas individuales, ya que así podemos tener mayor control sobre cada ejemplar en concreto y podemos fertilizar y regar cuando haga falta.

Durante el segundo año de crecimiento es un buen momento para modelar el tronco de nuestras acacias. El tronco comienza a tener un aspecto semileñoso, pero todavía es lo suficientemente flexible para crear las curvas y el movimiento que queramos.

Es muy importante que tengamos vigilado el alambre, ya que como vais a observar a continuación yo cometí un error bastante importante a la hora de modelar el tronco de la protagonista de esta historia.

Como se puede observar, el tronco tiene un movimiento interesante, perfecto para ser formado como un moyogi (vertical informal). Sin embargo, el alambre se ha mantenido demasiado tiempo alrededor del tronco, por lo que como consecuencia del engrosamiento del tronco, el alambre ha ido poco a poco estrangulando la corteza y dejando estas marcas tan antiésteticas. En árboles como las acacias esto no es tan grave, porque con el tiempo se irá disimulando. Sin embargo en los arces es algo que nunca vamos a poder tapar por completo.

Durante estas fases, es importante dejar el árbol sin pinzar, ya que nos interesa que los brotes se desarrollen alegremente para aumentar el grosor del tronco lo más rápido que podamos. Lo más importante para establecer las bases de un buen bonsái es el calibre del tronco y la conicidad. Hay que pensarlo como si de una casa se tratase, empezamos por los cimientos (tronco) hasta llegar al tejado, que sería la ramificación.

3.1 Una pequeña acacia de 3 espinas

Más o menos en la misma fecha en que planté las semillas de la acacia de Constantinopla, lo hice también con unas de gleditsia tricanthos, o acacia de 3 puntas.

El atractivo de esta especie, desde mi punto de vista son las espinas que va formando a lo largo del tronco. Además las hojas de crecimiento compuesto, toman un color amarillo muy vivo con la llegada de las temperaturas otoñales.

No tengo imágenes del inicio del proceso, por lo que he decidido mostrar esta breve evolución en un epigráfe dentro del anterior sobre la acacia de Constaninopla.

En definitiva, desde un principio tenía en mente formar un bonsái de tamaño muy pequeño y muy tortuoso. Como se puede observar, aproveche los errores del nebari para formar un estilo nea gari o raíces expuestas y de esta forma disimular en mayor medida este defecto.

Formando mini bonsáis del futuro

Una de las razones por las que me gusta el bonsái, es por el hecho de que cuando formamos un árbol estamos expresando nuestras emociones, nuestro estilo y en definitiva estamos creando arte nosotros mismos.

Obviamente cuando compras un árbol desarrollado, siempre podemos perfilar o incluso remodelar su estilo, pero en cierta manera tenemos nuestras limitaciones de cara a crear el árbol.

Por esta razón, una de las cosas que más me divierte es formar los bonsáis desde esquejes, semillas o incluso acodos.

Evidentemente para tener algo decente debemos esperar bastante tiempo, pero cuando echamos la vista atrás sentiremos una gran satisfacción de ver lo que hemos conseguido.

Quiero destacar que para mi es más recomendable formar bonsáis de pequeño tamaño por unas razones bastante claras:

  1. El tiempo de formación va a ser mucho más breve, ya que con un calibre de tronco más fino podemos conseguir algo más vistoso en un formato menor.
  2. Vamos a tener más espacio. Esto es algo primordial, ya que en la medida en que vamos adquiriendo más ejemplares, el espacio va siendo limitado, y por tanto con ejemplares más pequeños podremos tener más cantidad en el mismo sitio.

En la entrada de hoy os quiero mostrar algunas cositas de tamaño pequeñito que he ido formando.

cotoneraster horizontalis estilo multitronco

Este arbolito puede parecer poca cosa, pero lo cierto que dentro de una macetita bajita, con los tronco multiples alambrados de forma sutil y , en plena floración es un bonsái bastante majo 🙂

Os pongo de ejemplo otro mini cotoneaster. Fijaos en el aspecto de miniaturización que se ha conseguido con menos de 10 cm. La verdad que cuando florece es monísimo.

bonsai cotoneaster damneri

Y otro cotoneaster. En est caso, la variedad es damneri. Aún le queda mucho camino, pero el movimiento del tronco será de lo más interesante en el futuro.

olmo nire mini bonsái

Ahora le toca el turno a este mini olmo nire. La verdad que en un futuro será un arbolito bastante interesante, ya que es una especie que ramifica muy bien y realmente aconsejable para formar como mini o bonsái enano.

gardenia jasimonides prebonsái

Las gardenias jasminoides me tienen enamorado, es una especies realmente vigorosa y que en el clima valenciano se dan increíblemente bien. Observad atentamente la hermosa floración de esta mini kuchinashi. Lo mejor no es eso, es su indescriptible aroma.

bonsai pino negro japonés

Y por último este pinito de semilla. Lo mantendremos en el colador durante unos añitos hasta que el tronco tenga cierto grosor.

Pero bueno de esto se trat el bonsái, de paciencia y de disfrutar del camino.

Transplantando una azalea japonesa

Desde hace un par de años, tengo en mi poder una pequeñita satuski (azalea japonesa) enraízada en roca. Se trata de un ejemplar en proceso de formación, por lo que hasta la fecha lo tenía en una maceta de prebonsái, con el objetivo de tener el mejor cultivo posible y, por tanto, lograr un desarrollo mucho más rápido que en una maceta definitiva.

Las azaleas presentan una particularidad a la hora de ser trasplantadas, y es que al contrario que la gran mayoría de especies, no se hace a finales del invierno, sino que tenemos que esperar a que termine su floración (en mayo en el hemisferio norte).

A finales de abril mi satuski presentaba esta abundante floración.

satsuki en floración

La verdad es que las flores de una azalea duran muchísimo en el árbol, ya que perfectamente pueden aguantar 2-3 semanas hasta que comienzan a marchitarse.

Una vez la planta ha completado con la floración, cortamos la flor marchita y podemos llevar a cabo el trasplante.

En mi caso decidí usar una bonita bikoh con un craquelado que a mi personalmente me encanta.

maceta bikoh con anclajes

Ponemos los anclajes y la rejilla de drenaje (importante hacerlo en este orden para que el árbol esté con las raíces fuera el menor tiempo posible)

Ponemos un poco de tierra en la parte inferior de la maceta y elegimos el frente del árbol.

Para las azaleas (y como para la mayoría de acidófilas) suelo usar un sustrato llamado kanuma, que tiene las características perfectas para bonsáis que necesitan una tierra ácida, pues mantenemos la porosidad necesaria, la humedad suficiente y un PH adecuado para que la planta pueda desarrollarse debidamente.

Y ahora el arbolito visto desde abajo, para mostrar las raíces que dejé aproximadamente. Es importante no excederse al cortar las raíces de una azalea, ya que de cortar demasiado cepellón, perderemos parte de las hojas o incluso alguna rama.

raíces satsuki

A continuación ponemos el árbol bien anclado en su tiesto y lo llenamos de kanuma hasta arriba.

azalea anclada

Y por último la foto finnish.

Como se puede observar, el detalle verde de la maceta lo he situado en la parte del frente del árbol, ya que de esta forma logro realzar la belleza tanto de la maceta como del bonsái.

La razón por la que he elegido este frente, es porque las raíces fusionan realmente bien en esta punto, y además es la parte que mayor conicidad tiene el árbol.

Evolución de un ficus ginseng

En la entrada de hoy quiero mostraros cómo convertí un ficus “ginseng” en un bonsái con cierto potencial. Lo interesante de este artículo es la técnica que se puede llevar a cabo, y que además está al alcance de cualquier aficionado.

Seguramente los que estéis leyendo esta entrada habréis visto alguna vez en centros comerciales y en grandes superficies el mal denominado ficus “ginseng”. Y digo mal denominado porque en realidad no es ninguna especie botánica. Se trata de una planta de ficus, generalmente de la especie microcarpa, el cual forma estos abultamientos de aspecto bulboso como consecuencia del estrangulamiento de las raíces. A menudo, en la parte superior de las grotescos tubérculos se injertan otros tipos de ficus de un tamaño de hoja más pequeño.

Aclarada esta confusión, vamos a observar la evolución del protagonista de esta historia.

El ficus en cuestión era un ficus “ginseng” comercial sin ningún tipo de gracia, de los típicos que venden en Ikea o en cualquier centro comercial.

En mi opinión las raíces tan desproporcionadas afeaban el conjunto. Además, desde un punto de vista de la estética del bonsái, la salida del tronco no es correcta, ya que las raíces se deben repartir uniformemente por todo el perímetro de la base del árbol.

De tal forma, que decidí que lo ideal era hacer un acodo aéreo justo en la zona donde se encontraban las patas o raíces deformadas. Llevando a cabo esto, conseguiría una base muy ancha y sin esas odiosas protuberancias.

No conservo ninguna foto del momento en el que hice esta técnica, aunque si que puedo mostrar la que tomé justo en el momento del corte el acodo.

Como se puede observar, el arbolito ha formado una cantidad de raíces bastante aceptable por toda la base del tronco, por lo que es el momento perfecto para separar la parte alta del árbol y plantarlo en una nueva maceta.

Así quedaron las raíces bulbosas del ficus ginseng una vez separado el arbolito principal. Se puede ver también alrededor de las mismas el musgo esfagno que emplée para mantener la humedad en la zona donde quería forzar la nueva emisión de raíces. En este caso combiné akadama con musgo, ya que el musgo dificulta mucho la tarea de desenredar las raíces.

Es importante que al separar el acodo defoliemos el ficus, ya que al tener menos cantidad de raíces, corremos el riesgo de que el sistema radicular no pueda abastecer a todo el follaje. Yo también recomiendo plantar el árbol lo más hondo que podamos, ya que los ficus tienen mucha capacidad de emisión de raíces en cualquier parte del tronco, lo que nos ayudaría a aumentar la supervivencia del ejemplar.

Una vez separado el acodo es importante dejar al bonsái tranquilo durante una larga temporada, sin pinzar ni podar las ramas que vayan saliendo. De esta forma las raíces se irán recuperando y devolveremos el vigor al árbol.

En cuanto el bonsái de síntomas de haberse recuperado de la operación es muy importante que vayamos incluyendo poco a poco abono en el sustrato.

Después de una temporada larga, en cuanto tengamos la certeza de que el árbol se encuentre fuerte, podemos trasplantarlo a una maceta de bonsái definitiva, donde ya podremos con el paso de los años ir formando la ramificación.

Y por último, la foto finish. He seleccionado esta foto porque se puede apreciar perfectamente la estructura del bonsái. Como se puede observar, el ficus va comenzando a tener un aspecto bastante avanzado. La ramificación primaria ya está definida y poco a poco vamos consiguiendo también una mayor densidad en las ramas principales. Le queda mucho camino, sin duda, pero hemos conseguido pasar de un árbol comercial, sin ninguna personalidad, a un arbolito bastante interesante.

Olmo nire comercial

En 2017 me decidí a probar que tal se me daban las zelkovas nire. Siempre me han gustado las ulmáceas, y en el clima mediterráneo me funcionaban por el momento bastante bien,de tal forma que en la importación de ese mismo año me decidí por comprar un arbolito humilde y experimentar con el.

Los olmos nire pertenecen a la misma especie que los olmos chinos (ulmus parvifolia), pero se distinguen de los primeros por su bonita madera abotonada.

El protagonista de la entrada del día de hoy es este pequeño arbolín.

olmo nire

en definitiva se trata de un árbol pequeñito estilo estilo “bolita”, es decir con las ramas sin ningún tipo de orden formando una especie de escoba chapucera. Puede parecer hasta bonito con hojas, pero debajo de esa falsa apariencia bonita, se escondía una estructura bastante caótica.

Visto el panorama me decidí por rehacer la estructura entera, a pesar de que sabía que iba a perder muchos años formando la copa entera.

Así pues, después de darle unas cuantas vueltas le di caña.

La calidad de la foto, desde luego no es la mejor, pero más o menos yo creo que se entiende en que quedó el pobrecillo.

No me compliqué mucho la vida realmente, dejar las ramas en el exterior de las curvas y me puse a construir un mooyogi al uso.

Me decidí a transplantarlo a final del verano del mismo año, porque sé de buena mano que las ulmáceas toleran relativamente bien la poda de raíces fuera de temporada y me quise arriesgar.

el cepellón no estaba del todo mal, había raíces mal situadas y algunas bastante gruesas, pero en general el bonsái estaba bastante sano.

Lo planté en la misma maceta de plastico que venía, aunque cambie el sustrato y puse akadama con pomice para conseguir una mayor oxigenación y promover un desarollo de raíces más fuerte.

Como podéis ver también eliminé el tocón que tenía justo encima de la primera rama, consiguiendo así mejor movimiento y conicidad.

Durante el resto del año lo dejé sin pinzar, con el objetivo de vigorizarlo de nuevo y comenzar a formar la estructura el año que viene.

No obstante me surgió un problema, y es que por alguna razón, durante el año siguiente se comenzó a secar la rama principal. Pensé que podría ser por falta de espacio en la maceta,

Por esta razón el árbol lo puse en una maceta mayor sin tocar el cepellón.

Durante ese año el árbol mejoró bastante, más o menos formé la estructura primaria, y conseguí mejorar con creces su vigor. Además,como podemos observar, en la primera rama poco a poco iba formando la estructura secundaria.

Aún así, es cierto que no me acababa de convencer el espacio que se había generado al perder la primera rama, se veía como algo desequilibrado

Durante el siguiente año, el ábol me sorprendió formando un brotecito justo donde me hacía falta, en el punto donde se secó la primera rama. De tal forma que encendí una velita y recé por que el brote se desarrollara correctamente.

Lo cierto es que la cosa fue bastante bien, y a mitad de año, este es el aspecto que presentaba el árbol.

Más o menos se puede ya vislumbrar la estructura del árbol. Todavía falta mucho por delante. El ápice está entero por hacer y la ramificación aún es demasiado básica.

Es importante abonar bien el árbol durante todo el año, ya que si se mantiene fuerte,el crecimiento será más vigoroso y lo podremos someter a más pinzados, que son los que van a mejorar la cantidad de las ramas.

Para el año 2020 he decidido trasplantarlo a una maceta más pequeña, que aunque no le queda bien, era la única que tenía a mano de un tamaño más o menos correcto.

Se puede ver que durante el 2018 y 2019 la ramificación ha mejorado y el ápice más o menos va empezando a coger forma.

De esqueje a bonsái

evolución de una pyracantha

Hasta la fecha nunca me había interesado en las pyracanthas, pero desde luego son una especie que lo tiene todo para ser cultivada como bonsái. No ramifica nada mal, florece y fructifica abundantemente y con los cuidados necesarios posee un vigor descomunal.

En la entrada del día de hoy, os presento la rápida evolución de una ramita de pyracantha coccinea que decidí cortar en un parque durante una noche de fiesta veraniega.

Por si no lo sabíais las pyracanthas fructifican de una forma absolutamente brutal. En verano se convierten en un auténtico festival de frutos,lo que hizo que me parara a observar un arbusto en la plaza de un pueblo valenciano, durante una noche de jolgorio estival.

Corté una rama del grosor de un dedo pulgar y la puse en akadama y pomice a partes iguales al llegar a casa. Prácticamente me olvidé de la rama durante 1 año, donde creció descontroladamente hasta conseguir un grosor bastante decente.

esqueje pyracantha

Durante el siguiente año me dediqué a dejar que las ramas que había seleccionado crecieran descontroladamente. ¿Por qué razón hice esto? Por 3 razones: Ganar grosor en las ramas principales, cerrar cicatrices y aumentar el pan de raíces.

Desgraciadamente no tengo fotos de finales de ese año, pero básicamente se convirtió en un seto con ramas de más de medio metro de largo.

En primavera del año siguiente me decidí a cortar para comenzar con el diseño del árbol.

pyracantha defoliada

Esto es lo quedó. El apice ya comenzaba a tener más consistencia, y aunque el diseño no estaba decidido al 100%, si que tenía claro, que iba a ser un bonsái con un movimiento bastante marcado.

Uno de los errores que cometí con este árbol es pinzarlo y defoliarlo demasiado en estas fases de formación, ya que de haber sido más paciente, el grosor de las ramas principales sería mayor.

En verano de ese mismo año, decidí la altura que tendría el árbol. Posicioné cada rama en su lugar y lo dejé crecer durante el otoño para que cogiera fuerzas para el transplante

transplante de pyracantha

Esta semana me he decidido a transplantar la pyracantha, ya que el objetivo es comenzar a ramificar las copas y disminuir el tamaño de la hoja. Aún hay que densificar mucho más la copa, pero el camino ya está marcado y solo es cuestión de ser constante con los pinzados.

Estoy bastante contento con el cepellón, ya que las raíces se reparten por todo el nebari de forma homogénea.

pyracantha bonsai
FRENTE
espino de fuego bonsái
VISTA DESDE DE PERFIL

La maceta que he elegido ha sido un error garrafal, pero no tenía otra a mano y tenía ya ganas de verlo en una maceta de bonsái. En unos años le buscaré una maceta más acorde a sus características, pero de momento a seguir desarrollando el árbol.

Un saludo y espero que os haya servido esta breve evolución.

Shohinizando un nejikan

En diciembre de 2017 compré un granado nejikan que había sido importado de Japón. Estaba completamente por hacer, con ramas que crecían por todas partes, pero con un movimiento bastante sugerente y un futuro prometedor.

Por aquel entonces no sabía muy bien por dónde meterle mano, y solamente tenía en mente retroceder la ramificación, pero manteniendo su forma actual.

Unas semanas más tarde me puse a eliminar las ramas que no entraban dentro del diseño, ya que al no tener hojas era el momento perfecto para hacer una buena poda de formación. Después de un rato eliminando lo que sobraba del granado, esto es lo que quedó de él.

Lo sé, la calidad de las fotos es horrible, pero es que por aquella época tenía un móvil con una cámara muy mala y tampoco tenía en mente usar estas fotos para redactar un artículo.

Lo dejé así, lo trasplanté para ver el estado de las raíces y de paso puse un sustrato algo más suelto para mejorar la oxigenación de las raíces.

Se quedó realmente con muy pocas ramas y con una descompensación bastante importante en el lado derecho. Necesitaba urgentemente que el granado me sacara alguna rama en la siguiente brotación.

La suerte no estuvo de mi parte, y aunque durante todo el año 2018 el árbol creció vigorosamente, no formó ningún brote donde realmente tenía necesidad. Como se puede observar, el granado también se trasplantó, y durante este proceso decidí cambiar el ángulo de plantado para marcar todavía más su movimiento y conseguir un bonsái con una mayor personalidad.

Durante el año 2019, el árbol siguió brotando con la misma fortaleza que el año anterior y, por suerte, formó un brote en la parte donde me hacía falta. Realmente este brotecillo salía en el interior de una curva, y aunque esto pueda parecer un error, decidí dejarlo para aportar un toque diferente.

Además, durante ese año me di cuenta de que el árbol me resultaba demasiado alto para el grosor de tronco que tenía, por lo que decidí rebajarle altura, compactarlo e intentar formar un shohin con más potencia.

Durante todo el año prácticamente no pincé al nejikan, porque lo más urgente era conseguir un mayor grosor en la ramificación.

punica granatum nejikan

Con la caída de las hojas, aproveché para alambrar las ramas y ver qué tal había avanzado la ramificación. Reduje todavía más el ápice para que midiera exactamente 25 cm sin medir la maceta y aproveché una de sus ramas superiores para formar una tercera copa con una dramática caída.

En un principio, había pensado en construir la rama más baja como una más, pero al ver árbol desnudo, me surgió la idea de formar una segunda copa como un estilo padre-hijo.

Ya que el árbol desde un principio ha tenido un estilo tan raro, me decidí a explotar esta virtud e intentar formar un estilo lo más tortuoso y extraño posible. Perfectamente podría haber ramificado cada copa como un estilo moyogi, pero sé que si me hubiera decidido por este estilo, el árbol me habría acabado pareciendo demasiado monótono.

En 2020 el árbol ha brotado realmente fuerte. De momento hemos definido un poco más la rama que formará el doble tronco y se ha llenado un poco más de ramificación el árbol. Ahora a abonar y mucho sol, ya que cuanto más vigor tenga, más fácil me será mejorar el follaje.

Poco a poco el árbol va ganando densidad, aunque aun quedan muchos años para ser algo interesante.

Y esto es todo. Aún queda mucho por hacer, pero ya tiene el camino marcado y con constancia y años de cultivo, será un árbol bastante bonito.