Haciendo bonsáis desde semilla

1.¿Por qué es interesante cultivar un bonsái desde semilla?

Hoy por hoy tenemos a nuestro alcance gran cantidad de material para poder formar bonsáis, desde árboles de centros de jardinería hasta material importado directamente desde Japón. El precio es cada vez más asequible y la variedad mayor, aún así, crear nuestro propio bonsái desde semilla tiene bastantes ventajas.

A) Es un lienzo en blanco: Partimos de la nada absoluta, una minúscula semilla con todo el camino por delante. Vamos a tener la completa libertad de formar la estructura, el diseño y la personalidad del árbol. 

B) Un árbol sin errores: Un problema que nos podemos encontrar en árboles comprados es que hay defectos que nunca vamos a poder cambiar: cortes que nunca van a cicatrizar, diseño que no nos acaba de convencer o un movimiento en el tronco demasiado poco marcado. Al hacerlo desde semilla tenemos control total sobre el crecimiento del árbol y podemos ir corrigiendo los defectos antes de que sean insalvables.

C) Satisfacción: Conseguir un árbol espectacular desde semilla es el premio a la constancia, al sacrificio. Es la guinda a nuestra trayectoria como bonsaistas. Nuestra consagración y pasión más absoluta a este hermoso arte. Con el tiempo mostraremos orgullosos a nuestros hijos y nietos lo que hemos conseguido con constancia y dedicación.

2. ¿Cómo empezar?

La globalización nos permite hoy en día tener acceso al tipo de semilla que queramos, es por eso que en realidad podemos intentar crear un bonsái de la especie que queramos. No obstante hay que tener en cuenta una cosa, y es que no todos los tipos de árboles funcionan bien en todos los climas, por lo que aunque sí que existe una cierta capacidad de adaptación, el proceso irá mucho más despacio y los problemas de cultivo se incrementarán. En ese sentido, mi recomendación es intentar centrarse en especies autóctonas o en aquellas que sepamos a ciencia cierta que funcionan bien en nuestra zona.

Recordemos que no existen las semillas de bonsái como tal, ya que el hecho de que los bonsáis tengan este aspecto es fruto de las podas y técnicas que vamos aplicando con el paso del tiempo. Lo que quiero decir con esto es que perfectamente podemos empezar con las semillas que encontremos en la naturaleza, en el parque o que compremos en alguna tienda especializada en material vegetal.

Dicho esto, vamos a proceder a ver una serie de casos prácticos que he llevado a cabo. La idea es tomarlo como una fuente de inspiración, ya que para llegar a un mismo destino hay muchos caminos diferentes. Yo voy a mostrar como lo hago yo y como me funciona a mi.

CASO 1: PINUS THUNBERGII O PINO NEGRO

Los pinos negros japoneses son una de mis especies favoritas. Son árboles muy vigorosos, reducen la hoja de maravilla, tienen una corteza muy bonita y además se adaptan perfectamente al clima mediterráneo.

A través de internet conseguí unas semillas frescas (es muy importante que sean frescas, ya que en función de la especie que queramos germinar la viabilidad de la semilla puede ser una u otra. En el caso de los pinos negros y arces, las semillas tienen que ser recolectadas ese mismo año para que la tasa de éxito sea buena)

Los pinos negros y, en general las coníferas, precisas de un periodo de estratificación para poder prosperar. Formas de estratificar hay muchas, en mi caso lo que hago es lo siguiente:

Humedezco unas servilletas, que servirán para mantener la humedad de la semilla y lo coloco dentro de un tupper (importante que estén empapadas y no mojadas, pues quiero evitar a toda costa la proliferación de hongos). A continuación, voy colocando todas las semillas sobre la servilleta previamente humedecida y meto el tupper en la nevera en el cajón de las verduras. La idea es someter a las semillas a unas temperaturas invernales, como ocurriría de forma natural en la naturaleza. Todas las semanas abriremos el tupper y examinaremos que no haya podredumbre ni moho entre las semillas.

Una vez pasado este tiempo de latencia, sacaremos el tupper de la nevera y lo pondremos en una zona más cálida. También podemos coger las semillas y plantarlas en una maceta con tierra, ya que al poco tiempo comenzarán a germinar. En mi caso prefiero culminar todo el proceso de germinación dentro del tupper, ya que así tengo mayor control sobre el estado de las semillas. 

Como se observa, algunas semillas comienzan a germinar incluso dentro de la nevera.

Plantaremos la semilla en un sustrato poroso. A mi me gusta combinar akadama, pomice y una parte de grava volcánica. Es importante que usemos un sustrato de estas características, ya que además de aportar la oxigenación necesaria a las raíces, necesitaremos extraer las plantas de la maceta para llevar a cabo una técnica 

Cuando los pintos comiencen a abrir su primer par de hojas, procederemos a sacarlos uno a uno y tirando suavemente y cortaremos toda la raíz. Los pinos tienen tendencia a formar una larga raíz pivotante, que en el caso de no cortarla nos dificultará la tarea de formar un nebari correcto y equilibrado. Es muy importante que aún conserve los cotiledones (primeras hojitas que se ven en la foto superior), ya que van a servir como reserva para que el pino tenga fuerza para poder emitir nuevamente raíces, que en este caso estarán más equilibradas.

 Una vez eliminada la raíz iremos plantando de nuevo los pinos en el mismo sustrato, ayudándonos de un palillo para poder abrir un agujero en el sustrato y enterrar nuevamente la planta.

Si hacemos esta técnica correctamente, al trasplantar al año siguiente los pinos a su maceta individual, en vez de tener una larga raíz pivotante, tendremos unas raíces que se distribuyen equilibradamente alrededor de la base y que nos permitirán formar un cepellón correcto.

Al año siguiente repicaremos cada pinito en una maceta individual, donde dejaremos que crezca libremente para que la planta vigorice y el tronco vaya ganando más grosor.

Este pinito va a cumplir su primer año en esta maceta. Como se puede ver, el grosor va ganando cierto calibre y la salud del árbol es indudable. Podemos aprovechar este momento para darle forma al árbol con el alambre para hacer un bonsái con un mejor movimiento.

Es importante emplear un sustrato poroso para que el drenaje sea óptimo. SI seguimos este consejo el cepellón mejorara muchisimo y conseguiremos gran cantidad de raíces finas,que son las que siempre buscamos al formar un bonsái, pues la absorción de nutrientes será mayor y por tanto el crecimiento más vigoroso y rápido.

Gracias al corte de la raíz pivotante y el uso de sustrato muy drenante, hemos conseguido formar unas raíces finas alrededor del tronco, lo que nos permitirá poder tener al árbol en una maceta pequeña en el futuro y poder alimentarlo correctamente. 

Para seguir con el desarrollo de este pinito vamos a plantarlo en un colador.Se ha decido plantar uno de los pinos en colador. Se supone que en los pinos el crecimiento de las coníferas es mucho más rápido, ya que la oxigenación en las raíces es mucho mayor. La idea es dejar crecer la vela del pino durante dos años para conseguir un grosor interesante. Más adelante usaremos los brotes de abajo para formar la estructura del bonsái

Como observamos, los pinos tienen un crecimiento por velas. En el momento en el que nos encontramos ahora, tenemos que dejar crecer esta vela durante todo el año, sin tocar nada, ya que la vamos a usar como rama de sacrificio. La idea detrás de las ramas de sacrifico es básicamente centrar toda la fuerza en una rama, de forma que el árbol siga engordando. Al cabo de un 1 o 2 años, cortaremos esta rama y la sustituiremos por alguna otra con el mismo objetivo.

En el caso de este pino en particular, tengo ya algunas ramas bajas, que quiero usar para ir construyendo un bonsái de tamaño bastante pequeño (shohin). Estas ramas las he pinzado, porque no quiero que alarguen demasiado, de no haber hecho el pinzado de las velas, perdería toda la estructura y luego sería muy difícil forzar la emisión de nuevos brotes traseros.Como podemos observar, el corte se debe de hacer justo antes de que la vela comience a desplegarse y mostrar las pínulas, de este modo obligamos al pino a emitir una segunda brotación más débil y más cercana al tronco, ya que el objetivo es el de tener un bonsái ramificado.

Tras 1 año el pino muestra el siguiente estado:

Como podemos observar, se ha dejado crecer libremente durante estos años al pino. Lo que haremos en esta temporada es esperar a que la vela se abra y se formen las pínulas. Una vez ocurra esto, dejaremos crecer libremente la rama superior durante un año más o incluso 2, ya que está sirviendo como tirasavias y está ayudando a que el tronco engorde mucho más rápido. En las ramas más bajas, una vez el despliegue de las pínulas haya ocurrido, cortaremos las velas al ras. De esta forma, el pino generará nuevos brotes en esta zona, que nos permitirán aumentar la ramificación.

Básicamente lo que estamos haciendo es dejar que una zona que crezca libremente, mientras que las ramas bajas, que sí utilizaremos para el diseño las vamos controlando para que no se nos descontrole el diseño.

CASO 2: ACER PALMATUM 

Los arces no se dan especialmente bien en el clima mediterráneo, ya que necesitan un invierno frío para poder descansar correctamente y, además no son especialmente resistentes al calor. Sin embargo, es una especie que me encanta, sus otoñaciones son espectaculares, y si cultivamos el árbol desde semilla, tenemos más probabilidades de que la planta se adapte, y además por probar no perdemos nada.

Conseguí las semillas a través de un intercambio por internet. Es muy importante que las semillas sean frescas, ya que en el caso de los arces, pierden su capacidad germinativa muy pronto (lo ideal es que sean recolectadas durante el otoño, y esa mismo invierno comenzar con la estratificación).

En lugares donde el invierno es frío simplemente podemos plantarlas en una maceta al exterior y esperar a que pase el frío para ver como germinan.

En mi caso, y dado que las temperaturas en Valencia son bastante suaves, me decidí a estratificar durante 3 meses en la nevera.

Como ya he comentado en el caso anterior, me gusta estratificar con papel de cocina, aunque también podemos poner una capa de akadama húmeda y colocar las semillas encima.

Las semillas de arce tienen forma de sámara, es decir están provistas de una especie de ala aplanada, que favorece la dispersión por el viento. De tal forma, que podemos cortarlas sin ningún tipo de problema.

Una vez pasado el proceso de estratificado, pondremos las semillas en macetas con un sustrato drenante.

En mi caso suelo emplear akadama al 100% o con un pequeño porcentaje de kiryuzuna. La kiryuzuna es ligeramente ácida, lo que evita que la el PH del sustrato sea demasiado alcalino y, por tanto perjudicial para que tenga lugar la absorción de nutrientes.

Las semillas van poco a poco desarrollándose. Con la llegada del verano algunos planteles van quemando hojas. Esto es algo muy normal en el clima mediterráneo. 

Para evitar que esto vaya a más tenemos que proteger a las arces de las rachas de aire secante que vienen del levante. Es muy importante usar un agua que tenga muy pocas sales, ya que las raíces de los arces son bastante sensibles a una salinidad demasiada alta en el sustrato. Los palmatum son realmente arbolitos secundarios, que viven debajo de la copa de árboles más grandes, por lo que podemos situarlos en un lugar sombrío con la llegada de las altas temperaturas.

Al llegar el otoño, los arces comenzarán a otoñar. Es el momento de mayor atractivo para el arce palmatum, ya que las hojas comenzarán a volverse rojas hasta que finalmente acaban cayendo.

Después del primer año, lo ideal es trasplantar los plantones de arce a recipientes individuales. Podemos aprovechar este trasplante para formar correctamente el futuro nebari del árbol. Las raíces deben crecer de forma uniforme alrededor de todo el perímetro de la base del tronco, por lo que eliminaremos todas las raíces que crezcan directamente hacia abajo para fomentar el desarrollo de capilar más finos. No tenemos que tener miedo a la hora de cortar las raíces que no nos sirven para el correcto desarrollo del cepellón. Los arces como la gran mayoría de especies caducas toleran muy bien la poda drástica radicular, y en muy poco tiempo conseguiremos que el árbol se recupere de esta operación. A continuación una imagen para ver donde se debería cortar.

En estos momentos solo tenemos un tronco recto sin ramificación secundaria. Para forzar la emisión de nuevas ramas procederemos a cortar por donde queramos. Los arces no brotan en los entrenudos (espacio entre hoja y hoja), por lo que si queremos asegurar la vida del árbol hay que dejar al menos 1 par de yemas latentes. Para entendernos, los arces brotan por los puntos donde antes había hojas (puntos rojos en la imágen).

Al cortar, forzaremos la emisión de dos brotes. Con esta bifurcación podemos formar la primera rama y continuar con el tronco del bonsái. La rama que dejamos como continuación del tronco la dejaremos crecer todo lo que podamos durante todo el año y volveremos a realizar el mismo proceso. Es decir cortaremos por donde queramos para forzar la emisión de nuevos brotes y ,de este modo, ir componiendo la ramificación del árbol.

CASO 3: ACACIA DE CONSTANTINOPLA

Las acacias de constantinopla son árboles de tamaño mediano que podemos encontrar en gran cantidad de parques españoles. Sus hojas delicadas y de aspecto sedoso son de una belleza sinigual. Durante el verano, se cubre por completo de flores algodonadas que le dotan de un aspecto muy exótico y particular.

Durante uno de mis paseos veraniegos, me fijé en las vainas de una de las acacias que crece en el parque cerca de mi casa, y recogí las semillas para probar que tal germinaban. Las metí en un tupper con papel de cocina mojado y luego coloque el envase encima del router, ya que al aumentar la temperatura, las semillas germinarían mucho más rápido.(son plantas subtropicales, no hace falta estratificar)

La técnica funcionó realmente bien, y al poco pasé las semillas a una maceta con akadama y pomice a partes iguales. A finales de verano este es el aspecto que mostraban

En esta fase es muy importante controlar la cantidad de agua. Los plantones crecen muy vigorosamente, y al compartir el sustrato, la demanda de agua es cada vez mayor. Es muy importante no pinzar ni podar absolutamente nada, ya que los primeros pasos para formar un bonsái es siempre conseguir el grosor que nos haga falta.

Durante el siguiente año, los árboles se fueron pasando a macetas individuales, ya que así podemos tener mayor control sobre cada ejemplar en concreto y podemos fertilizar y regar cuando haga falta.

Durante el segundo año de crecimiento es un buen momento para modelar el tronco de nuestras acacias. El tronco comienza a tener un aspecto semileñoso, pero todavía es lo suficientemente flexible para crear las curvas y el movimiento que queramos.

Es muy importante que tengamos vigilado el alambre, ya que como vais a observar a continuación yo cometí un error bastante importante a la hora de modelar el tronco de la protagonista de esta historia.

Como se puede observar, el tronco tiene un movimiento interesante, perfecto para ser formado como un moyogi (vertical informal). Sin embargo, el alambre se ha mantenido demasiado tiempo alrededor del tronco, por lo que como consecuencia del engrosamiento del tronco, el alambre ha ido poco a poco estrangulando la corteza y dejando estas marcas tan antiésteticas. En árboles como las acacias esto no es tan grave, porque con el tiempo se irá disimulando. Sin embargo en los arces es algo que nunca vamos a poder tapar por completo.

Durante estas fases, es importante dejar el árbol sin pinzar, ya que nos interesa que los brotes se desarrollen alegremente para aumentar el grosor del tronco lo más rápido que podamos. Lo más importante para establecer las bases de un buen bonsái es el calibre del tronco y la conicidad. Hay que pensarlo como si de una casa se tratase, empezamos por los cimientos (tronco) hasta llegar al tejado, que sería la ramificación.

3.1 Una pequeña acacia de 3 espinas

Más o menos en la misma fecha en que planté las semillas de la acacia de Constantinopla, lo hice también con unas de gleditsia tricanthos, o acacia de 3 puntas.

El atractivo de esta especie, desde mi punto de vista son las espinas que va formando a lo largo del tronco. Además las hojas de crecimiento compuesto, toman un color amarillo muy vivo con la llegada de las temperaturas otoñales.

No tengo imágenes del inicio del proceso, por lo que he decidido mostrar esta breve evolución en un epigráfe dentro del anterior sobre la acacia de Constaninopla.

En definitiva, desde un principio tenía en mente formar un bonsái de tamaño muy pequeño y muy tortuoso. Como se puede observar, aproveche los errores del nebari para formar un estilo nea gari o raíces expuestas y de esta forma disimular en mayor medida este defecto.

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