El eleagnus pungens es un arbusto perennifolio que en situaciones normales puede llegar a crecer hasta 4-5 metros.
Se trata de una especie muy resistente, capaz de sobrevivir tanto en zonas templadas como en aquellas en las que el invierno puede llegar hasta -20 grados.
Se caracteriza por su aromática floración a finales del otoño, que después se materializa en una profusa fructificación rojiza en forma de baya.
Cuidados del eleagnus pungens
Los eleagnus pungens son árboles con una gran capacidad de adaptación, ya que a parte de poder soportar gran variedad de temperaturas, pueden crecer tanto en orientaciones muy soleadas como sombreadas. Además no es muy exigente en cuanto al PH del suelo, siendo capaz de crecer bien tanto en tierras alcalinas como ácidas. Además de todo esto, tolera bastante bien las sequías, por lo que se puede decir que es una especie muy recomendable para los que se estén iniciando en el mundo del bonsái.
Riego del eleagnus
Como norma general regaremos el bonsái cuando la parte superficial del sustrato comience a secarse. Hay que tener en cuenta la estación del año en la que estemos, por lo que el riego puede ser diario durante el verano y cada 3-4 días en invierno.
Tendremos especial cuidado durante los periodos de floración y fructificación, ya que si no aportamos la cantidad de agua adecuada, corremos el riesgo de perder parte de la floración.
Orientación del eleagno
Como ya hemos mencionado anteriormente, los eleagnus pueden crecer tanto a una exposición solar plena, como a medio sombra.
No obstante, es recomendable ubicar al bonsái en un emplazamiento lo más soleado posible, ya que el árbol crecerá con mayor vigor. Además, con una mayor cantidad de luz, la hoja brotará cada vez más pequeña, lo que es deseable desde el punto de vista de la estética del bonsái.
Abonado del eleagnus
Abonaremos al eleagnus como cualquier otro bonsái, es decir durante toda la etapa de crecimiento vegetativo.
Lo recomendable es emplear un abono orgánico de liberación prolongada, ya que así evitamos el riesgo de sobrefertilizar al arbolito.
Podemos emplear abonos químicos en el riego durante las fases de engorde del árbol, pero no en las de refinamiento. De lo contrario conseguiremos un vigor desmedido y unas hojas demasiado grandes.
Trasplante del eleagnus
Se recomienda trasplantar el eleagnus a finales del invierno, justo cuando las yemas comiencen a hinchar.
Algunos maestros defolian los eleagnus durante el trasplante, de esta forma se consigue una brotación más controlada, con hojas más reducidas. Sin embargo, esto solo es recomendable en ejemplares vigorosos, ya que no podemos correr el riesgo de debilitar a la planta.
Emplearemos un sustrato drenante, ya que los eleagnus no toleran demasiado bien la humedad excesiva. En cuanto a la mezcla dependerá de nuestro clima, pero como norma general se puede emplear akadama al 100% o akadama y kiryu al 70-30
Defoliado del elagnus
Los eleagnus se pueden defoliar parcial o completamente a principios de verano.
Uno de los mayores inconvenientes en la formación de los eleagnus como bonsái, es la dificultad de reducir la hoja, ya que esta es bastante grande. No obstante, con defoliados anuales podemos controlar bastante el tamaño y conseguir una mejor ramificación interna.
Alambrado y poda del eleagnus
Los eleagnus tienen un crecimiento bastante vigoroso y vertical, de forma que para conseguir una copa plana debemos alambrar cuando los brotes aún estén tiernos. De lo contrario corremos el riesgo de romper las ramas, ya que en la medida en la que éstas van madurando, la corteza se va volviendo cada vez más dura y quebradiza.
Las podas las haremos durante las etapas de parada vegetativa. Hay que tener en cuenta que los eleagnus florecen en noviembre, por lo que si queremos que nuestro árbol florezca abundantemente, evitaremos las podas otoñales.
Maceta para un eleagnus
La forma de la maceta dependerá del estilo de nuestro bonsái.
En cuanto al color, se puede emplear una maceta esmaltada (azul, blanca, amarilla) para poder destacar la floración y la posterior fructificación.