El precio de los bonsáis

Estimar el precio de un bonsái no es una ciencia exacta, pues al tratarse de seres vivos, nunca vamos a encontrar 2 ejemplares iguales. A esta dificultad hay que añadirle el hecho de que como interpretación artística, es prácticamente imposible calcular el valor de la belleza o el toque distintivo que aporta un bonsaísta sobre otro.

Esta entrada tratará de dar pinceladas para identificar aquellos atributos o virtudes que justifiquen el mayor precio de un árbol sobre otro.

La edad en el bonsái

Uno de los factores más importantes a la hora de calcular el precio de un bonsái es la vejez del árbol. El objetivo del bonsái es el de plasmar la imagen de un árbol añejo, majestuoso, con una corteza que denote madurez, con una ramificación llevada al extremo y con un porte y movimiento que nos hagan imaginarnos su historia.

Paradójicamente, que el árbol tenga más años no necesariamente ha de significar que el árbol sea más valioso. En grandes superficies donde se venden arbolitos comerciales, se pone la edad del árbol como argumento de venta, pero la realidad es que lo que de verdad importa es la apariencia.

La edad en el bonsái es solamente un número, lo importante es que luzca viejo, aunque no lo sea tanto.

Es por ello que aquí entra en juego la habilidad del artista para poder conseguir un aspecto de más vejez en el menor tiempo posible. Aún así, hay que tener en cuenta que no se puede acelerar todo, y que detalles como la corteza del tronco y de las ramas solo se pueden conseguir con tiempo y paciencia.

Para describir esta característica, los japoneses usan el concepto mochikomi, que básicamente se podría resumir como el aspecto maduro y de vejez que adquiere un bonsái tras muchos años de cultivo en una misma maceta.

Personalidad del bonsái

Una de las cuestiones más importantes y a la vez más subjetivas a la hora de evaluar un bonsái es su personalidad. Con esto nos referimos a los detalles en el diseño de un árbol, que hacen que un árbol te inspire unas emociones que otro no lo haría.

En este apartado quiero introducir el concepto de wabi-sabi, que no es ni más ni menos que el término acuñado por los japoneses para definir aquella obra, que aunque no pueda ser perfecta según los cánones japoneses, nos evoca una sensación de naturalidad y elegancia únicas.

En definitiva el wabi-sabi es la belleza de la imperfección, los detalles que hacen que un árbol sea especial, diferente, que tenga carácter.

Especie del bonsái

Al margen de la calidad del bonsái, influye también la especie de árbol. No es lo mismo un bonsái de ficus que es relativamente fácil de encontrar a ,por ejemplo, un bonsái de la misma calidad pero de la especie kadsura japonica, que no es muy frecuente.

Al margen de que una especie sea más éxotica que otra, los patrones de crecimiento entre especies son distintas, y para llegar al mismo punto de desarrollo en 2 especies distintas, el tiempo puede ser muy diferente.

También es muy importante el hecho de que hay especies que son más aptar para cultivar como bonsái que otras.

Por ejemplo un manzano doméstico será menos valioso que un malus floribunda, puesto que el segundo densifica mejor, forma frutos más pequeños y en definitiva, se puede conseguir un mejor aspecto de miniaturización.

La maceta del bonsái

No se puede entender el bonsái sin la maceta cerámica en la que viene plantado, ya que es un elemento que realza la belleza del árbol. No vamos a entrar en detalle de que tiestos son más caros que otros, pero en definitiva, dependiendo del ceramista, de la edad de la maceta y de sus detalles, el precio será diferente.

Aunque pueda parecer que la maceta no va a cambiar sustancialmente el precio del bonsái, hay que tener en cuenta que hay macetas que valen más de 1000 euros, pues se trata de creaciones únicas o de una gran antigüedad.

La calidad objetiva del árbol

Hasta ahora hemos visto puntos relativamente subjetivos a la hora de valorar la bondad de un bonsái. Sin embargo hay características tangibles y medibles que pueden indicarnos que árbol es mejor sobre otro.

Para ello nos fijaremos en el nebari del árbol, es decir si la parte baja del árbol presenta una salida de las raíces equilibrada y radial.

La ramificación es muy importante, pero no solo hay que mirar la cantidad de ramas sino también que estén bien colocadas y que además tengan conicidad. Así pues, en un bonsái de calidad la ramificación debe ser abundante, fina en las puntas, gruesa en su salida y situada de forma equilibrada a lo largo de todo el árbol.

Cuando un árbol es viejo también presenta un grosor del tronco mayor, aunque hay que tener cuidado con esto. Mayor grosor no significa siempre mejor calidad. Es relevante la conicidad del árbol, es decir que vaya de más grueso a menos. Un tronco cilíndrico no sirve de nada, por muy ancho que sea, pues se verá grotesco y desproporcionado.