La photinia villosa, photinia oriental, pourthiaea villosa o kamastuka en japonés es un arbusto de la familia de las rosáceas que bajo las condiciones adecuadas puede llegar a crecer hasta lo 5 metros de alto. Se trata de una especie nativa de China y Corea, pero que a día de hoy se ha introducido en gran parte del planeta. A pesar de su habitual uso en jardinería como planta ornamental, no es tan frecuente ver esta planta cultivada como bonsái (al menos en Europa).
Realmente es una especie con un potencial enorme para esta arte, pues tiene unas características que la hacen brillar en cada época del año. Durante la primavera se llena de flores blanquecinas agrupadas en rácimo y posteriormente, al cuajar, se forman unos frutos rojizos de tamaño bastante reducido.
Si esto no fuera poco, adquiere unos colores otoñales preciosos con la bajada de las temperaturas.
Cuidados de una Photinia villosa
La pourthiaea villosa es un arbolito que no suele presentar demasiados problemas al cultivarlo en maceta. Realmente se adapta a gran cantidad de suelos, aunque lo recomendable es que éste sea ligeramente ácido. Un sustrato que podría ir bien es akadama y kiryuzuna al 70-30 o akadama con kanuma a partes iguales.
Resiste bastante bien el frío, por lo que a menos que vivamos en un lugar donde los inviernos bajen de -10 grados de forma prolongada, no debería haber ningún inconveniente en tener al árbol todo el año al exterior.
Lo ideal es exponer al bonsái a pleno sol, ya que de esta forma las floraciones serán mucho más abundantes. Además, en una exposición más luminosa, la distancia entre los nudos y el tamaño de la hoja será mucho más contenido.
Su crecimiento es moderado, pero como siempre, es importante pinzar los brotes cuando se forman 8-10 pares de hojas, ya que de lo contrario perderemos la estructura del bonsái.
En cuanto al riego no presenta ninguna peculiaridad, regaremos cuando la parte superior del sustrato comience a secarse.
Formación como bonsái de una photinia
Como hemos comentado anteriormente, la photinia villosa florece abundantamente si las condiciones son adecuadas y al ser polinizadas se convierten en unas preciosas bayas rojas que se mantienen en el árbol durante todo el invierno.
En cuanto a su formación como bonsái, se trata de una especie que se suele ver como mame o como shohin, ya que al tener un tamaño de la hoja razonable y unos frutos acordes al tamaño del árbol, podemos conseguir ejemplares muy realistas.
Con el paso de los años, la madera va adquiriendo un tono grisáceo muy característico, que hace relucir todavía más el color rojo de los frutos.
Aunque pueda parecer lo contrario, en la medida que el bonsái va madurando y aplicamos las técnicas correctas, conseguimos una ramificación y unas masas de verdes muy desarrolladas
Se puede formar en muchos estilos distintos, incluso con troncos muy retorcidos, pero para ello hay que tener en cuenta que la planta se debe alambrar cuando los brotes aun están tiernos.
Al tratarse de arbustos, tienden a formar ramas en la base del tronco, lo que nos puede ayudar a conseguir una buena conicidad. Para ello, lo que se suele hacer es dejar que la planta forme varas directamente del tronco y cuando hayan engordado lo suficiente las cortaremos al ras. De esta forma el nebari se ensanchará de forma más rápida.